Exposición “El canto del Hierro. Un homenaje a Manuel de Falla” de Kieff Antonio Grediaga en Cádiz
La Fundación Kieff Antonio Grediaga y la Universidad de Cádiz, a través del Servicio de Extensión Universitaria del Vicerrectorado de Cultura, organizan la exposición “El Canto del Hierro. Un homenaje a Manuel de Falla”, una muestra escultórica dedicada a las Siete Canciones Populares Españolas compuestas por Manuel de Falla que se completan junto a la pieza que remite a El amor brujo. La exposición cuenta con la colaboración de la Delegación Municipal de Cultura y Fiestas del Ayuntamiento de Cádiz y el XX Festival de Música Española de Cádiz “Manuel de Falla” de la Junta de Andalucía.
Las esculturas de Kieff Antonio Grediaga estarán expuestas en la Plaza de San Antonio de la ciudad de Cádiz desde el 5 de octubre hasta el 23 de noviembre de 2022. Fernando Castro Flórez, filósofo y crítico de arte, ha sido el encargado de realizar tanto el comisariado de la muestra como el texto del catálogo que se ha editado y emitirá unas interesantes palabras sobre el escultor y la obra el día de la inauguración el próximo 5 de octubre de 2022 a las 12.00 horas, un acto al que también asistirán representantes de las instituciones organizadoras y colaboradoras.
En palabras de Fernando Castro: «En toda la obra de Kieff Antonio Grediaga está latiendo la música. Y, entre todas las piezas, las que condensan de forma ejemplar esa pasión musical son las Siete canciones populares españolas que tienen la siguiente dedicatoria: “A Manuel de Falla, que su música hizo enriquecer mi vida”. Estas esculturas de grandes dimensiones, realizadas en hierro macizo en 2003, sin soldaduras, mantenidas en impresionante equilibro gracias a simples cuñas, han sido presentadas en distintas ciudades (La Habana, Santiago de Cuba, Holguín, Quebec o Madrid) y ahora se instalan en Cádiz, la tierra que vio nacer al genial músico.»
Kieff Antonio Grediaga (Madrid, 1936) es un artista de importante trayectoria internacional, exponiendo, desde los años sesenta en galerías y museos de los Estados Unidos, Canadá, Cuba y diferentes países orientales.
Desde piezas adolescentes como Tres torres (1956) hasta Jerga (1969), maduró un lenguaje escultórico, con la experiencia profesional de la ebanistería como base. Su obra ha sido elogiada, con razón, por su extraordinaria pureza y sobriedad, aunque también hay en sus esculturas un aliento lúdico y una búsqueda de una singular “musicalidad”. Con unas formas que se pliegan como si fueran trazos y volutas, componiendo curvas sensuales y también sedimentando su imaginario con materia extremadamente pesada, Grediaga ha desplegado una estética de extraordinaria armonía.